sábado, 3 de julio de 2010

COMO EL COHETERO

Don Ángel es un campesino. Cañero de varias generaciones. Se le ve temprano todos los días cuidando personalmente su parcela. Hay quienes dicen que en algunas ocasiones han pasado por los terrenos de Don Ángel a las 3 o 4 de la madrugada y...¡Ahí está él!. Él está seguro de que el campo requiere de su atención.

-Al ojo del amo... -dice el campesino que ha aprendido esta frase y la aplica a “pie juntillas” pues comenta que su prosperidad se debe a que no descuida su trabajo.

-Hay algunos que tienen dos o tres hectáreas de caña y contratan a alguien para que se las atienda- opina Toño, vecino del lugar y que profesa aprecio y respeto por Don Ángel.

-Pero eso sí -continúa en tono burlesco- bien “prendiditos” como si fueran empresarios.

Don Ángel manda su caña a un Ingenio cercano a Córdoba y no se queja. No se vanagloria comentando que todo está excelente pero...

-No me puedo quejar. Trabajando con cariño mi tierra me da para mí y para mi familia. Ya me compré esta camioneta y mandé a mi hijo a estudiar fuera.

El hijo de Don Ángel estudió en Puebla. Trabaja en una compañía constructora. Desde ahí está pendiente del campesino de más de 60 años quien habla de su hijo con orgullo.

-Este muchacho me ha dado su ayuda desde allá. Hemos hecho unos trabajos aquí, en la comunidad, y el me dice cómo lo hagamos. A veces me manda maquinaria.

-¿Y los demás campesinos como la llevan?- preguntamos.

-La verdad es que yo no entiendo a los que viven aquí. Nada les parece. Antes sembrábamos café y, ya ve usted, se vino abajo el precio y lo descuidaron.

-¡También teníamos piña y mango manila y naranja! Tan buena como la de allá de... Martínez. Pero también la dejaron -dice Doña Gloria- Hoy sólo queda la Caña y ya sabe como están las cosas.

-La gente no quiere hacer esfuerzo; lo único que saben hacer es “estirar” la mano para recibir el PROGRESA -se queja Jaime- y hasta eso lo usan distinto para lo que es porque es pá los chamacos y no sé ni que le hacen.

Pero Don Ángel no sólo es campesino. Todos los días, al terminar la faena del campo, regresa a la cabecera de la comunidad y hace labor social. Actualmente está terminando un parque con jardines y bonitas lámparas de esas, con bombilla, que ya casi no se ven porque los vándalos las destruyen.

-No se preocupe, Don Ángel, la gente se quejará siempre, pero son los mismos que nunca hacen nada. Ya andan diciendo que “ por qué el parque”, “que las lámparas no dan luz”, “que si está haciendo negocio...”- replica Toño y continúa...

-Queremos que sepa que nosotros estamos para apoyarlo y que así nos repartimos todas las quejas.

-Sí -interrumpe Don Ángel- así las “pedradas” nos tocan a todos.

-Yo digo una cosa -asegura Jaime- usted no tiene que preocuparse de lo que digan. La obra ahí está y ahorita no se lo van a agradecer pero al final la gente se da cuenta. Mi esposa y mis hijos me dicen a mí también que por qué sigo haciendo cosas, que me meto en problemas y ¿para qué? Ya les dije a los chamacos “a ustedes ni los conocen, si los conocen es porque me conocen a mí por las cosas en las que he participado y eso les va a servir. Ustedes van a estar orgullosos después”.

Y así se siguió desenvolviendo la charla entre campesinos que reflexionaban sobre su comunidad y su gente. Se mostraron preocupados. ¿Cómo es posible que la gente se haya vuelto tan “comodina” y no atienda lo más elemental: Sus terrenos que les dan para vivir?

Pero lo que más les preocupaba era la división de la gente del pueblo:

-¡Es la política! Eso es lo que nos divide. Yo no soy político, pero me gusta participar y apoyar a los demás, dice Jaime.

Yo me quedo callado porque no creo que sea el momento para decirle lo que opino: Que lo malo no es la política sino algunos políticos; que si te preocupas y trabajas por los demás eres político (de los verdaderos, de los buenos), etc...

Jaime había participado en la última contienda electoral local y decía que no es político. Eso me di cuenta después. Él dice que había sido contendiente de Don Ángel pero, una vez que acabó el proceso, ya no había diferencias pues tenían que trabajar por la comunidad y ahora son amigos.

-Los que aquí estamos, le puedo asegurar, ninguno se tomaría dinero de las cosas que estamos haciendo con el apoyo del pueblo. Yo puedo decirle que ni un peso tomaríamos y por eso estoy aquí, porque sé que todos somos así y vamos a trabajar juntos. Lo que sí no me gusta es que haya gente que no hace nada pero, eso sí, como critican- dijo molesto Jaime.

-Como el Cohetero- se ríe Doña Gloria.

-¿Se acuerdan la historia del Anciano y su hija que viajaban caminando con un burro?- les pregunté

-¡No!- contestaron casi al unísono.

-Iba viajando un viejo con su hija y llevaban jalando a un burro. Al cabo de unas horas pasaron por una comunidad en donde los habitantes se reían porque eran unos tontos que no aprovechaban al animal. ¿Cómo llevaban a un burro y nadie iba arriba? Así que la joven le insistió a su padre que se subiera al burro para que no se cansara y, aunque el padre no quería al principio, aceptó. Al pasar por otro pequeño pueblo las personas comentaban que cómo era posible que el señor se subiera al burro llevando a una mujer junto a él, caminando. Al oírlo el viejo se bajó del burro y le pidió a su hija que se subiera. La joven aceptó y al cabo de unos minutos, al pasar por otro poblado, la gente empezó a señalar a la joven que no era considerada con el viejo siendo que ella tenía muchos años menos y podría caminar. De forma que el anciano y la joven decidieron subirse los dos al burro y la gente, al verlos exclamaba: “¡Qué personas tan abusivas! Pobre animal que apenas y los puede aguantar!”

-¡Ja, Ja, Ja!- rieron- ¡Así nos sucede en la realidad!

-La gente que nos rodea opina sin saber. Hace comentarios por herir o dañar y considera que ellos “si están en lo correcto” pero, muchas veces -la mayoría- no actúan.

Debemos tomar en consideración a los demás y aplicar nuestro criterio. No se trata de “estar bien con todos” sino hacer lo que realmente creemos se debe hacer, para eso nos hemos preparado.

Por supuesto que sin ser soberbios, pero si tener muy clara la meta e insistir, insistir e insistir hasta lograrlo. No por quedar bien con los demás sino con nuestros principios, valores y objetivos bien intencionados.

Alguien dijo: “Es mejor ser Actor que ver la obra” .

Por ello, actúa como mejor creas , en beneficio de tu comunidad aunque, al final, te puedas sentir que quedas COMO EL COHETERO...

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